Poesía de José Martí con visión del Amor:
Poema de Jose Marti :
Amor de Ciudad Grande :
Amor de Ciudad Grande
De gorja son y rapidez los tiempos.
Corre cual luz la voz; en lata aguja,
Cual nave despeñada en sirte horrenda,
Húndese el rayo, y en ligera barca
El hombre, como alado, el aire hiende.
¿Así el amor, sin pompa ni misterio
Muere, apenas nacido., de saciado!
Jaula es la villa de palomas muertas
Y ávidos cazadores!
Si los pechos
Se rompen de los hombres,
y las carnesRotas
por tierra ruedan,
no han de verse
Dentro más que frutillas estrujadas!
Se ama de pie, en las calles,
entre el polvo
De los salones y als plazas;
muereLa flor que nace.
Aquella virgenTrémula
que antes a la muerte daba
La mano pura que a ignorado mozo;
El goce de temer: aquel salirse
Del pecho el corazón; el inefable
Placer de merecer; el grato susto
De caminar deprisa en derechura
Del hogar de la amada, y a sus puertas
Como un niño feliz romper en llanto;
Y aquel mirar, de nuestro amor al fuego,
Irse tiñiendo de color las rosas,
-Ea, que son patrañas!
Pues ¿quién tiene
Tiempo de ser hidalgo?
Bien que sienta
Cual áureo vaso o lienzo suntuoso,
Dama gentil en casa de magnate!
O si se tiene sed, se alarga el brazo
Y a la copa que pasa se la apura!
Luego, la copa turbia al polvo rueda,
Y el hábil catador, - manchado el pecho
De una sangre invisible,- sigue alegre,
Coronado de mirtos, su camino!
No son los cuerpos ya sino desechos,
Y fosas, y jirones! Y las almas
No son como en el árbol fruta rica
En cuya blanda piel la almíbar dulce
En su sazón de maduresz rebosa,
-Sino fruta de plaza que a brutales
Golpes el rudo labradoe madura!
¿La edad es ésta de los labios secos!
De las noches sin sueño!
De la vidaEstrujada en agraz!
¿Qué es lo que faltaQue la ventura falta?
Como liebreAzorada,
el espíritu se esconde,
Trémulo huyendo
al cazador que ríe,
Cual en soto selvoso,
en nuestro pecho;
Y el deseo, de brazo de la fiebre,
Cual rico cazador recorre el soto
.¡Me espanta la ciudad!
¡Toda está llena
De copas por vaciar,
o huecas copas!
¡Tengo miedo ¡ay de mí!
De que este vino
Tósigo sea,
y en mis venas luego
Cual duende vengador los dientes clave!
¡Tengo sed,
- más de un vino que en la tierra
No se sabe beber!
¡No he padecidoBastante aún,
para romper el muro
Que me aparta ¡oh dolor!
De mi viñedo!
¡Tomad vosotros, catadores ruines
De vinillos humanos, esos vasos
Donde el jugo de lirio a grandes sorbos
Sin compasión y sin temor se bebe!
Tomad! Yo soy honrado: y tengo miedo! .
Amor de Ciudad Grande :
Amor de Ciudad Grande
De gorja son y rapidez los tiempos.
Corre cual luz la voz; en lata aguja,
Cual nave despeñada en sirte horrenda,
Húndese el rayo, y en ligera barca
El hombre, como alado, el aire hiende.
¿Así el amor, sin pompa ni misterio
Muere, apenas nacido., de saciado!
Jaula es la villa de palomas muertas
Y ávidos cazadores!
Si los pechos
Se rompen de los hombres,
y las carnesRotas
por tierra ruedan,
no han de verse
Dentro más que frutillas estrujadas!
Se ama de pie, en las calles,
entre el polvo
De los salones y als plazas;
muereLa flor que nace.
Aquella virgenTrémula
que antes a la muerte daba
La mano pura que a ignorado mozo;
El goce de temer: aquel salirse
Del pecho el corazón; el inefable
Placer de merecer; el grato susto
De caminar deprisa en derechura
Del hogar de la amada, y a sus puertas
Como un niño feliz romper en llanto;
Y aquel mirar, de nuestro amor al fuego,
Irse tiñiendo de color las rosas,
-Ea, que son patrañas!
Pues ¿quién tiene
Tiempo de ser hidalgo?
Bien que sienta
Cual áureo vaso o lienzo suntuoso,
Dama gentil en casa de magnate!
O si se tiene sed, se alarga el brazo
Y a la copa que pasa se la apura!
Luego, la copa turbia al polvo rueda,
Y el hábil catador, - manchado el pecho
De una sangre invisible,- sigue alegre,
Coronado de mirtos, su camino!
No son los cuerpos ya sino desechos,
Y fosas, y jirones! Y las almas
No son como en el árbol fruta rica
En cuya blanda piel la almíbar dulce
En su sazón de maduresz rebosa,
-Sino fruta de plaza que a brutales
Golpes el rudo labradoe madura!
¿La edad es ésta de los labios secos!
De las noches sin sueño!
De la vidaEstrujada en agraz!
¿Qué es lo que faltaQue la ventura falta?
Como liebreAzorada,
el espíritu se esconde,
Trémulo huyendo
al cazador que ríe,
Cual en soto selvoso,
en nuestro pecho;
Y el deseo, de brazo de la fiebre,
Cual rico cazador recorre el soto
.¡Me espanta la ciudad!
¡Toda está llena
De copas por vaciar,
o huecas copas!
¡Tengo miedo ¡ay de mí!
De que este vino
Tósigo sea,
y en mis venas luego
Cual duende vengador los dientes clave!
¡Tengo sed,
- más de un vino que en la tierra
No se sabe beber!
¡No he padecidoBastante aún,
para romper el muro
Que me aparta ¡oh dolor!
De mi viñedo!
¡Tomad vosotros, catadores ruines
De vinillos humanos, esos vasos
Donde el jugo de lirio a grandes sorbos
Sin compasión y sin temor se bebe!
Tomad! Yo soy honrado: y tengo miedo! .
Nota de la blogguista: El espacio sobra.
La Biblia y las prostitutas:
7 Hijo mío, guarda mis dichos, y quieras atesorar contigo mis propios mandamientos. 2 Guarda mis mandamientos y continúa viviendo, y mi ley como la niña de tus ojos. 3 Átalos sobre tus dedos, y escríbelos sobre la tabla de tu corazón. 4 Di a la sabiduría: “Tú eres mi hermana”; y al entendimiento mismo quieras llamar “Pariente”, 5 para que te guarden de la mujer extraña, de la extranjera que ha hecho melosos sus propios dichos. 6 Porque estando yo a la ventana de mi casa, miré hacia abajo por mi celosía, 7 para poder atisbar a los inexpertos. Estaba interesado en discernir entre los hijos a un joven falto de corazón, 8 que iba pasando por la calle cerca de la esquina de ella; y en el camino a la casa de ella marcha él, 9 en el crepúsculo, al atardecer del día, al acercarse la noche y las tinieblas. 10 Y, ¡mira!, allí estaba una mujer que salía a su encuentro, con la prenda de vestir de una prostituta, y astuta de corazón. 11 Alborotadora es, y terca. En su casa no siguen residiendo sus pies. 12 Ahora está fuera, ahora está en las plazas públicas, y cerca de todas las esquinas se pone al acecho. 13 Y se ha asido de él y le ha dado un beso. Ha adoptado un rostro descarado, y empieza a decirle:
14 “Tenía que ofrecer sacrificios de comunión. Hoy he pagado mis votos. 15 Por eso he salido a tu encuentro, para buscar tu rostro, a fin de hallarte. 16 He adornado mi diván con colchas, con cosas de muchos colores, lino de Egipto. 17 He rociado mi cama con mirra, áloes y canela. 18 De veras ven, saciémonos bebiendo del amor hasta la mañana; sí, gocemos el uno del otro con expresiones de amor. 19 Porque el esposo no está en casa; se ha ido viajando por un camino de bastante distancia. 20 Una bolsa de dinero ha llevado en la mano. El día de la luna llena vendrá a su casa”.
21 Lo ha extraviado con la abundancia de su persuasiva. Por la suavidad de sus labios lo seduce. 22 De repente él va tras ella, como toro que viene aun al degüello, y justamente como si estuviera en grilletes para la disciplina de un tonto, 23 hasta que una flecha le abre el hígado, tal como un pájaro se mete apresurado en la trampa; y él no ha sabido que en ello está envuelta su misma alma.
24 Y ahora, oh hijos, escúchenme y presten atención a los dichos de mi boca. 25 No se desvíe tu corazón a los caminos de ella. Ni, andando errante, entres en sus veredas. 26 Porque muchos son los que ella ha hecho caer muertos, y son numerosos todos los que ella va matando. 27 Caminos al Seol es su casa; van descendiendo a los cuartos interiores de la muerte.
14 “Tenía que ofrecer sacrificios de comunión. Hoy he pagado mis votos. 15 Por eso he salido a tu encuentro, para buscar tu rostro, a fin de hallarte. 16 He adornado mi diván con colchas, con cosas de muchos colores, lino de Egipto. 17 He rociado mi cama con mirra, áloes y canela. 18 De veras ven, saciémonos bebiendo del amor hasta la mañana; sí, gocemos el uno del otro con expresiones de amor. 19 Porque el esposo no está en casa; se ha ido viajando por un camino de bastante distancia. 20 Una bolsa de dinero ha llevado en la mano. El día de la luna llena vendrá a su casa”.
21 Lo ha extraviado con la abundancia de su persuasiva. Por la suavidad de sus labios lo seduce. 22 De repente él va tras ella, como toro que viene aun al degüello, y justamente como si estuviera en grilletes para la disciplina de un tonto, 23 hasta que una flecha le abre el hígado, tal como un pájaro se mete apresurado en la trampa; y él no ha sabido que en ello está envuelta su misma alma.
24 Y ahora, oh hijos, escúchenme y presten atención a los dichos de mi boca. 25 No se desvíe tu corazón a los caminos de ella. Ni, andando errante, entres en sus veredas. 26 Porque muchos son los que ella ha hecho caer muertos, y son numerosos todos los que ella va matando. 27 Caminos al Seol es su casa; van descendiendo a los cuartos interiores de la muerte.
( Tomado de Proverbios 7:1-27.)
Martí y el Amor:
Martí y el Amor:
En cuanto al tema amoroso, frente al patriótico –que dije siempre lo presenta ya en subordinación o rechazo- fue también resultado de su intención de disminuir el poder de la atracción de la mujer y del placer sexual, por considerarlos una fuerza que aparta del amor y deber patrio. Eso, más su idealización del amor, lo hizo rechazar, desde adolescente, la relación sexual ocasional y, en especial, con las prostitutas. Sentimiento que se puede comprobar en una carta enviada a su madre –desde la prisión- donde le revela la repulsión que, a sus 17 años, produjo el ser testigo del trato sexual entre reos y prostitutas, como se lee en este fragmento de la misma:
(...) aunque vienen mujeres decentes, no faltan algunas que no lo son. Tan no faltan que la visita de 4 es diaria. A Dios gracias, el cuerpo de las mujeres se hizo para mí de piedra. Su alma es lo inmensamente grande y si la tienen fea, bien pueden ir a brindar a otro lado su hermosura. Todo conseguirá la cárcel, menos hacerme variar de opinión en ese sentido.
Y así fue, al menos, en cuanto a esa temática en su poesía. Aunque en su busca de la mujer ideal, amó a varias. Sin embargo, esos amores siempre los sacrificó a su pasión patriótica, aún el de su matrimonio con la novia que había dejado en México y, aún, el de al hijo que tuvieron. En cuanto a su rechazo a las relaciones ocasionales, creció más en Nueva York, como vemos en esta parte de su extenso poema Amor de ciudad grande:
(...) Se ama de pie, en las calles, entre el polvo/ de los salones y las plazas; muere/ la flor del día en que nace. Aquella virgen/ trémula que antes a la muerte daba/ la mano pura, que a ignorado mozo;/ el goce de temer, aquel salirse/ del pecho el corazón; el inefable placer de merecer, el grato susto/ de caminar de prisa, en derechura/ del hogar de la amada, y a sus puertas/ como un niño feliz romper en llanto/ y aquel mirar, de nuestro amor al fuego, irse tiñendo de color las rosas/ ¡ea, que son patrañas(...)
Se advierte, además, en ese fragmento, una contraposición de las dos culturas, notoria en su nostalgia por el amor romántico a la novia, con todo el sabor de lo fuertemente deseado sin lograr. Su idealización del amor, lo llevó a sentir culpa por su relación con una mujer casada; lo que, para algunos, dio pie a su novela La Adúltera. Esos sentimientos también lo llevan a enfrentar, la temática Patria y Mujer, en un poema que tiene ese título y, en el cual –como un Ulises- no se deja atrapar por las sirenas. La intención de esos versos –más allá de una expresión personal- tienen también la intención de incitar hacia el sacrificar el amor y el placer sexual, en pro del supremo amor y dedicación a la Patria. Eso insinúan estos fragmentos de dicho poema:
(...) ¡Otra vez el convite enamorado/ de un seno de mujer, nido de perlas/ bajo blando sutil aprisionado/ que las enseña más que recogerlas!//// ¡De nuevo el pecho que el amor levanta/ de suave afán y de promesas lleno,/ de nuevo resbalando en la garganta/ ondas de nácar sobre el níveo seno!//// ¡Y ¿con qué corazón, mujer sencilla,/ esperas tú que mi dolor te quiera?/ Podrá encender tu beso mi mejilla/ pero lejos de aquí mi alma espera. (...) Miente mi labio si se acerca al tuyo/ mienten mis ojos si de amor te miran/ de mujeril amor mis fuerzas huyo/ en incorpórea agitación se inspiran//// Amo y más el árbol que sombrea/
la tumba incierta del guerrero hermano,/ que ese nido de perlas que hermosea/ blonda más débil que tu amor liviano.
Martí, como en sus versos, en su propia vida, siempre sobrepuso su deber hacia Cuba –la última encadenada colonial de finales del XIX- a cualquier otro interés de dinero, poder o vanagloria. Pero, en lo sexual, no debió ser fácil, ya que también se evidencia, en sus versos de rechazo a la mujer, una fuerte atracción erótica; tanto en los de Patria y Mujer, como en los de Amor de Ciudad Grande, donde reveló su miedo a la tentación sexual. Sin embargo, en la realidad, ningún amor –ni en el puro que soñaba- pudo apartarlo de su ideal de libertad, de su deber patrio o de su palabra de caballero. Esto explica, en parte, las cuartetas del tan famoso poema autobiográfico La niña de Guatemala, sobre su frustrado idilio con María García Granados; del cual –por ser muy conocido- sólo ofrezco estos pocos y salteados versos:
Quiero a la sombra de un ala/ contar este cuento en flor/ la niña de Guatemala la que se murió de amor (...) Ella por volverlo a ver/ salió a verlo al mirador/ el volvió con su mujer/ ella se murió de amor//// Como de bronce candente/ al beso de despedida/ era su frente ¡la frente que más he amado en mi vida! (...) Se entró de tarde en el río,/ la sacó muerta el doctor/ dicen que murió de frío/ yo sé que murió de amor.
Si he escogido, en especial, dichos versos, es porque hay en uno de ellos esa expresión: ¡La frente que más he amado en mi vida! Cuya sinceridad, nos confirma el valor que para Martí, tan revolucionario en la vida y en la poesía, tenía ese amor ideal romántico e irrealizado. Temática de fuerzo trágica, que en este poema, contrasta con la gracia y musicalidad ligera de la cuarteta octosilábica de su nuevo estilo.
Para varios de nosotros, que desde los años escolares memorizamos esos versos –pasando por alto lo vanidoso masculino que conllevan- tienen el valor muy especial de mantener viva la tierna imagen de María García Granados, como figura romántica, capaz de morir de amor, y el recuerdo de Martí que tanto une a Cuba con Guatemala.
Guatemala, 24 de julio de 2002 .
( Tomado de
José Martí: Poesía, Patria y Amor de
Luz Méndez de la Vega. )
En cuanto al tema amoroso, frente al patriótico –que dije siempre lo presenta ya en subordinación o rechazo- fue también resultado de su intención de disminuir el poder de la atracción de la mujer y del placer sexual, por considerarlos una fuerza que aparta del amor y deber patrio. Eso, más su idealización del amor, lo hizo rechazar, desde adolescente, la relación sexual ocasional y, en especial, con las prostitutas. Sentimiento que se puede comprobar en una carta enviada a su madre –desde la prisión- donde le revela la repulsión que, a sus 17 años, produjo el ser testigo del trato sexual entre reos y prostitutas, como se lee en este fragmento de la misma:
(...) aunque vienen mujeres decentes, no faltan algunas que no lo son. Tan no faltan que la visita de 4 es diaria. A Dios gracias, el cuerpo de las mujeres se hizo para mí de piedra. Su alma es lo inmensamente grande y si la tienen fea, bien pueden ir a brindar a otro lado su hermosura. Todo conseguirá la cárcel, menos hacerme variar de opinión en ese sentido.
Y así fue, al menos, en cuanto a esa temática en su poesía. Aunque en su busca de la mujer ideal, amó a varias. Sin embargo, esos amores siempre los sacrificó a su pasión patriótica, aún el de su matrimonio con la novia que había dejado en México y, aún, el de al hijo que tuvieron. En cuanto a su rechazo a las relaciones ocasionales, creció más en Nueva York, como vemos en esta parte de su extenso poema Amor de ciudad grande:
(...) Se ama de pie, en las calles, entre el polvo/ de los salones y las plazas; muere/ la flor del día en que nace. Aquella virgen/ trémula que antes a la muerte daba/ la mano pura, que a ignorado mozo;/ el goce de temer, aquel salirse/ del pecho el corazón; el inefable placer de merecer, el grato susto/ de caminar de prisa, en derechura/ del hogar de la amada, y a sus puertas/ como un niño feliz romper en llanto/ y aquel mirar, de nuestro amor al fuego, irse tiñendo de color las rosas/ ¡ea, que son patrañas(...)
Se advierte, además, en ese fragmento, una contraposición de las dos culturas, notoria en su nostalgia por el amor romántico a la novia, con todo el sabor de lo fuertemente deseado sin lograr. Su idealización del amor, lo llevó a sentir culpa por su relación con una mujer casada; lo que, para algunos, dio pie a su novela La Adúltera. Esos sentimientos también lo llevan a enfrentar, la temática Patria y Mujer, en un poema que tiene ese título y, en el cual –como un Ulises- no se deja atrapar por las sirenas. La intención de esos versos –más allá de una expresión personal- tienen también la intención de incitar hacia el sacrificar el amor y el placer sexual, en pro del supremo amor y dedicación a la Patria. Eso insinúan estos fragmentos de dicho poema:
(...) ¡Otra vez el convite enamorado/ de un seno de mujer, nido de perlas/ bajo blando sutil aprisionado/ que las enseña más que recogerlas!//// ¡De nuevo el pecho que el amor levanta/ de suave afán y de promesas lleno,/ de nuevo resbalando en la garganta/ ondas de nácar sobre el níveo seno!//// ¡Y ¿con qué corazón, mujer sencilla,/ esperas tú que mi dolor te quiera?/ Podrá encender tu beso mi mejilla/ pero lejos de aquí mi alma espera. (...) Miente mi labio si se acerca al tuyo/ mienten mis ojos si de amor te miran/ de mujeril amor mis fuerzas huyo/ en incorpórea agitación se inspiran//// Amo y más el árbol que sombrea/
la tumba incierta del guerrero hermano,/ que ese nido de perlas que hermosea/ blonda más débil que tu amor liviano.
Martí, como en sus versos, en su propia vida, siempre sobrepuso su deber hacia Cuba –la última encadenada colonial de finales del XIX- a cualquier otro interés de dinero, poder o vanagloria. Pero, en lo sexual, no debió ser fácil, ya que también se evidencia, en sus versos de rechazo a la mujer, una fuerte atracción erótica; tanto en los de Patria y Mujer, como en los de Amor de Ciudad Grande, donde reveló su miedo a la tentación sexual. Sin embargo, en la realidad, ningún amor –ni en el puro que soñaba- pudo apartarlo de su ideal de libertad, de su deber patrio o de su palabra de caballero. Esto explica, en parte, las cuartetas del tan famoso poema autobiográfico La niña de Guatemala, sobre su frustrado idilio con María García Granados; del cual –por ser muy conocido- sólo ofrezco estos pocos y salteados versos:
Quiero a la sombra de un ala/ contar este cuento en flor/ la niña de Guatemala la que se murió de amor (...) Ella por volverlo a ver/ salió a verlo al mirador/ el volvió con su mujer/ ella se murió de amor//// Como de bronce candente/ al beso de despedida/ era su frente ¡la frente que más he amado en mi vida! (...) Se entró de tarde en el río,/ la sacó muerta el doctor/ dicen que murió de frío/ yo sé que murió de amor.
Si he escogido, en especial, dichos versos, es porque hay en uno de ellos esa expresión: ¡La frente que más he amado en mi vida! Cuya sinceridad, nos confirma el valor que para Martí, tan revolucionario en la vida y en la poesía, tenía ese amor ideal romántico e irrealizado. Temática de fuerzo trágica, que en este poema, contrasta con la gracia y musicalidad ligera de la cuarteta octosilábica de su nuevo estilo.
Para varios de nosotros, que desde los años escolares memorizamos esos versos –pasando por alto lo vanidoso masculino que conllevan- tienen el valor muy especial de mantener viva la tierna imagen de María García Granados, como figura romántica, capaz de morir de amor, y el recuerdo de Martí que tanto une a Cuba con Guatemala.
Guatemala, 24 de julio de 2002 .
( Tomado de
José Martí: Poesía, Patria y Amor de
Luz Méndez de la Vega. )
Cuba Nos Une:
Poema Cuba Nos Une...
de José Martí :
Cuba nos une en extranjero suelo,
Auras de Cuba nuestro amor desea:
Cuba es tu corazón, Cuba es mi cielo,
de José Martí :
Cuba nos une en extranjero suelo,
Auras de Cuba nuestro amor desea:
Cuba es tu corazón, Cuba es mi cielo,
Cuba en tu libro mi palabra sea.
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