Prefiero, Linda Estrella,
avisarte desde el bejuco de boniato
el próximo encuentro.
Recuerda las carreras y canciones por el polvo,
los cocuyos en cajitas de fósforos,
la batea de cemento en el patio,
la llave abierta en cada travesura,
las virgenes lagunas y los aromales,
los circos, las risas, las hierbas y tus rezos,
las adolescentes bicicletas,
las guardarrallas y los surcos
en las curvas del pasado.
las chismosas, el carbón, la plancha...
aprendiendo en pantalla grande
que la vida siempre es igual
y no era cierto,
mas si creible, por ser arte.
Cuando éramos felices
con harina, boniato o lo que hubiera,
Con el fuego al horizonte,
en las casas de tabaco.
Y la inocencia autentica y veraz
de imaginar y sonar las maravillas
de que la vida cambia para bien
y de que la luz puede estar
en la desnudez y en los pies
pisando la tierra, los callos.
la hierba...
y no en la luna y los planetas
donde tal vez habitas
y me esperas
sin cigarros, ni pulmones rotos
Para la nueva infancia
que todos merecemos.
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