La casa de Siempre en Lejanía.
cuando la batería se fue,
o la fueron los postizos.
Cuando me queda el substrato
de Tolstoi, de Maiakovski.
De Boris Polevoi, de Gorski
y hasta de Lenin, por qué no?
También el de Ingenieros, sobre todo
el de Martí y García Márquez
mezclado con La verdad de las Mentiras
y la Ciudad de los Perros del Nobel más reciente
que murió,
con quien no converse
todas las cosas en la Catedral,
ni en la Célula.
Ni en Lima, ni en Paris.
Se durmió en la radio de mi niñez
el Temple del Acero prematuro.
Aquella primera Feria del Libro
en mi ciudad de ríos y pinares.
Aquel lenguaje tosco, bolo
que borro la inconsistencia de
los reyes arrogantes y los súbditos.
Y mis cosas de vieja
volviendo siempre a la niñez,
al principio, al origen,
a la Galaxia más remota.
Sin ingratitud emocional
de desprecios,
orgullo, Ego y frialdad
que te hacen invisible,
en la manipulación de los extraños
que te usurpan
y distorsionan el pasado
y el presente
y destrozan el futuro,
sin Marx, ni Freud, ni Jun,
con mentiras y odio
enfrentando al Amor,
a Dios,
con el Enemigo en Casa
o en la Lejana Casa
que traiciona
la Casa de Siempre
en Lejanía.
